lunes, 8 de diciembre de 2014

30 de junio, 2014.

Ha pasado un poco más de una semana desde que tomé las riendas de mi vida y este dio un vuelco enorme.
Ha pasado un poco más de una semana desde que mi corazón volvió a desgarrarse como un trozo de tela percudido…
Tan débil, tan remendado, tan maltratado, fue la última rasgadura.

Consecuencias de mis propios actos, limpiar mis propias embarradas. 
Pero… No sólo un error, sino EL error.
El error que le hizo añicos el corazón y la confianza a un bardo.
El error que me cambió el amor.

Ha pasado una semana desde que lloré patéticamente entre las aulas.
Una semana desde que le dije mi último “te amo, perdóname”.
Una semana desde que me dijo su último “te amo, te perdono pero ya no te quiero aquí”.

Ha sido una semana larga, gris, dolorosa, desgarrante, aturdidora, sangrante… Eterna.
Pero he aprendido a ver con claridad, a ver hechos, a hacerme cargo de mí, de mis sentimientos, de mis acciones, de mis decisiones, de perdonarme, de perdonarlo, de balancear, de ver más allá, de dejar de ver atrás, de asimilar, de aceptar….

Pero ahora lo tengo entre mis manos…
Que tantos recuerdos revoca, y al hacerlo… Me revuelve los pensamientos de nuevo.
Acariciarle con tanta ternura… Que me causa una alegría sonriente en el pecho, pero que lucha con la añoranza de recordar lo perdido… Lo soñado, el todo siempre deseado…
No sé si haré bien o mal.. Pero ya está aquí, y es un triste recuerdo de él.

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